dimecres, 26 de juny del 2013

Laura Bates nos invita a hablar:

Luchadora ‘on-line’ contra el sexismo

Harta de comentarios obscenos Laura Bates lanzó su proyecto Everyday Sexism Project, una plataforma que anima a las mujeres a denunciar cualquier tipo de conducta agresiva contra ellas

Con las miles de historias que recoge en su web y perfil de Twitter denuncia que la agresión y la discriminación es un problema diario que no está superado y al que se debe hacer frente


CHRISTIAN HOEHN (GETTY)
Cuando Bates comentó con sus amigas cómo en una sola semana un hombre le toqueteó una pierna en el autobús, varios chicos le lanzaron piropos desde un coche y dos hombre hablaron sobre sus pechos al verla por la calle, le sorprendió que todas tenían historias similares que contar. Pero entonces también tuvo que oír que estaba exagerando y que tenía que tener más sentido del humor, y que es algo normal oír palabras inadecuadas soltadas en plena calle, el acercamiento de un hombre en un transporte público o los comentarios sexistas de los compañeros de trabajo. “Me sentí frustrada y decidí empezar con la web, un solo sitio en el que poder unir todas las voces, donde si todas contábamos nuestras experiencias la gente se diera cuenta del problema en vez de creer que está superado”. Bates resume de esta manera su iniciativa, que explica por teléfono desde su casa –y a la vez oficina-, de Londres.


Laura Bates, creadora del proyecto Everyday Sexism Project. / CLAUDE SCHNEIDER
Entonces no imaginó el eco que iba a tener su iniciativa. Después de más de un año la web Everyday Sexism Project ha abierto su propia versión en 15 países (España la lanzó el pasado mes de abril bajo el nombre de Sexismo Cotidiano) y su perfil en la red de microblogging cuenta con más de 55.000 seguidores. “Es increíble lo que ha pasado. La importancia que tiene que las mujeres no se callen”. A ella misma le asombra cómo una web que creía que se iba a quedar en la intimidad de su grupo de amigas ha terminado por convertirse en una plataforma de denuncia, “no solo de comentarios sexistas, sino de ataques más graves”. Mujeres anónimas o con nombres y apellidos, de cualquier edad o situación económica, principalmente de países occidentales. Son muchas las que tienen cosas que contar. Y no hay reglas sobre la seriedad del ataque, “desde ese sexismo que una mujer puede considerar normal, y ante el que ni siquiera se planteaba antes reaccionar, hasta agresiones sexuales”, dice.
Bates, escritora y antes actriz –esto último lo ha dejado ya aparcado-, cuenta que todas las historias la conmueven e indignan por igual. Pero las que más le impactan son aquellas que tienen como protagonistas a niñas o adolescentes. Recuerda a una pequeña de 5 años que pidió que la convirtieran en un chico para poder ir al espacio, o el caso de una adolescente de 16 años a quien siempre le decían que no podría llegar a ser una doctora y le dijo: “No podré tener éxito si un hombre no me considera sexy”. Describe como horrible la situación de una chica de 13 años a la que cada día en la escuela sus compañeros de clase le enseñaban películas pornográficas en las que una mujer aparecía llorando y con muestras de dolor. “Ella lloraba todas las noches, era una niña a la que ni siquiera se le había enseñado aún nada de sexualidad”, recuerda apenada.

El futuro es salir de Internet

Su idea de futuro es llegar a crear una organización “para tener un impacto real con nuestro trabajo”. Universidades y escuelas ya le piden que acuda a dar conferencias sobre sexismo, la idealización del cuerpo de la mujer, o su experiencia. El proyecto, que se inició sin ningún tipo de financiación ni publicidad más allá del boca a boca que permiten las redes sociales, está creciendo. Por eso esta joven de 26 años se ha animado a abrir una página en Catapult, una plataforma de crowdfounding para mujeres. De los casi 20.000 dólares que necesita para crear su fundación lleva recaudados más de la mitad (en tan solo tres días pasó de 8.700 dólares a rebasar la barrera de los 10.300). Dinero que utilizará para llevar a cabo actividades de concienciación, dar las herramientas necesarias para aquellas mujeres que hoy le escriben pidiéndole ayuda y contratar a gente que le ayude con esta iniciativa que ahora mismo le ocupa todo su tiempo –y que gestiona con su ordenador personal desde casa y con la ayuda de unos pocos voluntarios “de gran pasión y dedicación”-. Personal que le ayude a catalogar todas las experiencias que recibe diariamente vía e-mail, Twitter o en la misma página web.
Un trabajo por el que ya se ha interesado la policía británica. “Me contactaron porque están planeando una iniciativa para luchar contra las ofensas sexuales, principalmente en los transportes públicos, y querían conocer las experiencias de las mujeres, que no suelen denunciar este tipo de acoso porque lo ven como algo normal”, explica. Así que un día recibió un e-mail con remitente policial, del que surgió una reunión donde les ofreció los datos recolectados en su web acerca de los tipos de agresión e incluso información sobre localizaciones más frecuentes, “además de una charla a los agentes que van a estar involucrados en la iniciativa”.

A Bates todas las historias la indignan por igual. Pero las que más le impactan son aquellas que tienen como protagonistas a niñas o adolescentes
“Salir cada día a la calle sola con miedo y rabia porque sé de sobra que más de un hombre me dirá algún piropo, me gritará algo desde un coche, intentará tocarme, me perseguirá o simplemente me mirará de arriba a abajo. Qué casualidad que cuando voy acompañada por un amigo, esto nunca pasa. Qué triste que sienta un gran alivio solo cuando voy acompañada de un hombre” reza un comentario de Miau del pasado día 6 de junio en la web española (espana.everydaysexism.com). Es una de las historias entre muchas parecidas, o incluso más desgarradoras. La versión española está en manos de Mariela Magnelli (Buenos Aires, 1983), quien gestiona la página web desde Londres y se toma un descanso durante sus horas de trabajo en Womankind Worldwide, una ONG orientada a las mujeres con la que colabora, para contar qué le llevó a involucrarse con el proyecto. Esta argentina llegó a la capital británica en 2011 para cursar un posgrado sobre políticas sociales y desarrollo desde una perspectiva de género, y fue en el verano del año pasado cuando conoció Everyday Sexism Project en Twitter.
“Tener un espacio para poder contar las historias poco agradables para mí también es un alivio. Podría haber reproducido la idea, pero la idea era tener fuerza con un solo proyecto”. Así que no dudó en mandar un correo electrónico a Laura Bates para ofrecer su colaboración, quien a los meses le ofreció gestionar las webs de España y Argentina y sus correspondientes perfiles en Twitter. “El sexismo nos afecta a todos”, asegura, y como ejemplo recuerda uno de los mensajes de la web. Una chica comentaba cómo mientras su escogía un vestido para su graduación su madre le instó a escoger uno en el que se viera pierna porque es lo que a los hombres les gusta. “El sexismo también viene de las mismas mujeres”, resume. “También me interesa mucho involucrar a los hombres, les falta conciencia, y el sexismo nos afecta a todos”, asegura Magnelli, quien valora que ellos también cuenten sus vivencias. “Un padre explicaba cómo cada vez que salía con sus hijos tenía problemas a la hora de cambiarles los pañales por estar los cambiadores en los baños de mujeres. En un restaurante le llegaron a decir que lo cambiara en el suelo”.

"Podría haber reproducido la idea, pero la idea era tener fuerza con un solo proyecto", dice Mariela Magnelli, quien gestiona la web en español
Laura Bates tampoco pierde la oportunidad durante la conversación para hacer un llamamiento a que más hombres se involucren en la iniciativa. “Lo importante es que se den cuenta de que algo que puedan considerar como normal o tolerable puede tener efectos devastadores en una mujer”, y admira que haya hombres que incluso hayan pasado a la acción. “Uno iba por la calle y al ver que otro le decía cosas obscenas a una mujer le interpeló. El agresor ni siquiera supo decirle por qué lo hacía”, recuerda.
Al principio no lo tuvo fácil, “recibía una media de 200 amenazas de muerte diarias. Algo que nunca entendí, simplemente le doy a la mujer la oportunidad de hablar”, lamenta Bates. Ahora ese número ha descendido y “solo” se enfrenta a esas amenazas, a las que “tristemente” se acostumbró, de vez en cuando. Consciente de que el mayor éxito de su proyecto sería que desapareciese, por ahora no se piensa callar, y su trabajo es que ninguna mujer lo haga. “Compartiendo tu historia muestras al mundo que el sexismo existe, las mujeres se enfrentan a él cada día y es un problema real que debemos discutir”, demanda en su página web. Por ahora ya hay escritas más de 30.000 historias, y ya le han llegado más peticiones de voluntarias que quieren abrir su web en países como India, Serbia o México.