Nadie puede aceptar que la brutal agresión de un político a una adversaria que ejerce la política se la pueda considerar representante de la ciudadanía en una democracia
Tengo la costumbre de almacenar los artículos de interés que por falta de tiempo no puedo leer en ese momento, para hacerlo mas tarde con sosiego y reflexión.
Y eso ocurrió hace aproximadamente dos semanas, con el magnífico artículo de uno de mis escritores favoritos, publicado en el país semanal de ese domingo. Manuel Rivas firmaba debajo de un titulo conmovedor e inquietante por su realismo “disculpen las molestias, nos están matando”. El escritor había recogido espléndidamente la escandalosa realidad que se plasma cada día sobre la atrocidad de la violencia masculina que soportan las mujeres en nuestro planeta tierra.
Violencia a manos de la pareja en casa, violencia en la calle, por autoría de propios o extraños, violencia en el trabajo y ahora violencia politica, aquella que no pocos varones políticos dirigen contra sus adversarias con la desfachatez y seguridad que les brinda el saber que vilipendiar a una mujer es gratuito, puesto que ser su oponente politica no le libra de ser mujer.
Manuel Rivas sin escabullirse lanzaba en su artículo lo siguiente “hay muchas cosas que cambiar, pero reconocer la realidad es imprescindible, la agresividad destructiva es en muy gran parte un asunto de hombres”, Rivas recoge del historiador Robert Muchembled, la convincente afirmación de que la violencia masculina no proviene de la genética del cazador macho y que las explicaciones relacionadas con las hormonas masculinas no pasan de ser un engaño establecido como convención general. Lo trascendente, lo que hace suyo el historiador y el escritor es que “lo esencial se halla en la construcción del ser humano por su cultura. El lazo primordial no se establece entre la violencia y la masculinidad, pues esta es un dato biológico”. ¿Cuál es la razón, la causa y el origen de la violencia que ejercen los hombres? “la que se establece con la virilidad”, nos contestan con prontitud y Manuel Rivas añade “Esa virilidad toxica va asociada a un poder chulo, huevón, que solo sabe dominar”.
Retomando la violencia que ejercen ciertos políticos, con cargos o sin ellos hoy toca, ocuparme de la brutal violencia verbal ejercida por Luis Valladolid Lucas, Alcalde de Villares del Saz (Cuenca), a través de una cuenta de Facebook, de un diario digital utilizado por el agresor para que nadie se perdiera su procaz acción delictiva dirigida contra la portavoz socialista de Castilla la Mancha, Cristina Maestre; después de que esta pidiera al PP, que no diera lecciones a los socialistas sobre las llamadas “puertas giratorias”.
Todas las mujeres nos sentimos agredidas cada vez que un hombre practica violencia con cualquier otra mujer. Pero además, en este caso, nadie puede aceptar que la brutal agresión de un político a una adversaria que ejerce la política se pueda considerar representante de la ciudadanía en una democracia.
Nadie, absolutamente nadie, puede preguntarse qué ocurre con la violencia de genero, cuando se ejerce la apología de esta contra las mujeres por autoría de los propios políticos.
Resulta inadmisible la pasividad del partido al que pertenece el agresor, sin aceptar a comprender que cuando un político, con cargo o sin él, se pronuncia está implicando al partido que pertenece y cuando esa fuerza política trata de desvirtuar los hechos atentatorios, calificando la violencia verbal ejercida públicamente contra su adversaria en la lid política como “comentario desafortunado”, o se atreven a desvirtuar la realidad poniendo en entredicho la identidad de la persona atacada al afirmar “supuestamente dirigidas a la portavoz del PSOE, en Castilla-La Mancha”. En semejante caso, el partido se convierte en un cómplice torpe del agresor, al tratar de restar importancia a una conducta tan incalificable, de otra manera que no sea apología de la violencia machista contra las mujeres.
Ante semejante conductas, ¿puede alguien asombrarse de que las mujeres sigan siendo asesinadas mes a mes y año tras año, con el aliento de quien estando llamados a evitarlo lo propician políticamente?
Ante tal conducta solo cabe la inmediata expulsión del partido, de quien desde luego no nos representa.
Madrid, 20 Julio de 2015
Ana Mª Pérez del Campo Noriega es presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas y vocal del Observatorio Estatal contra la Violencia de GéneroY eso ocurrió hace aproximadamente dos semanas, con el magnífico artículo de uno de mis escritores favoritos, publicado en el país semanal de ese domingo. Manuel Rivas firmaba debajo de un titulo conmovedor e inquietante por su realismo “disculpen las molestias, nos están matando”. El escritor había recogido espléndidamente la escandalosa realidad que se plasma cada día sobre la atrocidad de la violencia masculina que soportan las mujeres en nuestro planeta tierra.
Violencia a manos de la pareja en casa, violencia en la calle, por autoría de propios o extraños, violencia en el trabajo y ahora violencia politica, aquella que no pocos varones políticos dirigen contra sus adversarias con la desfachatez y seguridad que les brinda el saber que vilipendiar a una mujer es gratuito, puesto que ser su oponente politica no le libra de ser mujer.
Manuel Rivas sin escabullirse lanzaba en su artículo lo siguiente “hay muchas cosas que cambiar, pero reconocer la realidad es imprescindible, la agresividad destructiva es en muy gran parte un asunto de hombres”, Rivas recoge del historiador Robert Muchembled, la convincente afirmación de que la violencia masculina no proviene de la genética del cazador macho y que las explicaciones relacionadas con las hormonas masculinas no pasan de ser un engaño establecido como convención general. Lo trascendente, lo que hace suyo el historiador y el escritor es que “lo esencial se halla en la construcción del ser humano por su cultura. El lazo primordial no se establece entre la violencia y la masculinidad, pues esta es un dato biológico”. ¿Cuál es la razón, la causa y el origen de la violencia que ejercen los hombres? “la que se establece con la virilidad”, nos contestan con prontitud y Manuel Rivas añade “Esa virilidad toxica va asociada a un poder chulo, huevón, que solo sabe dominar”.
Retomando la violencia que ejercen ciertos políticos, con cargos o sin ellos hoy toca, ocuparme de la brutal violencia verbal ejercida por Luis Valladolid Lucas, Alcalde de Villares del Saz (Cuenca), a través de una cuenta de Facebook, de un diario digital utilizado por el agresor para que nadie se perdiera su procaz acción delictiva dirigida contra la portavoz socialista de Castilla la Mancha, Cristina Maestre; después de que esta pidiera al PP, que no diera lecciones a los socialistas sobre las llamadas “puertas giratorias”.
Todas las mujeres nos sentimos agredidas cada vez que un hombre practica violencia con cualquier otra mujer. Pero además, en este caso, nadie puede aceptar que la brutal agresión de un político a una adversaria que ejerce la política se pueda considerar representante de la ciudadanía en una democracia.
Nadie, absolutamente nadie, puede preguntarse qué ocurre con la violencia de genero, cuando se ejerce la apología de esta contra las mujeres por autoría de los propios políticos.
Resulta inadmisible la pasividad del partido al que pertenece el agresor, sin aceptar a comprender que cuando un político, con cargo o sin él, se pronuncia está implicando al partido que pertenece y cuando esa fuerza política trata de desvirtuar los hechos atentatorios, calificando la violencia verbal ejercida públicamente contra su adversaria en la lid política como “comentario desafortunado”, o se atreven a desvirtuar la realidad poniendo en entredicho la identidad de la persona atacada al afirmar “supuestamente dirigidas a la portavoz del PSOE, en Castilla-La Mancha”. En semejante caso, el partido se convierte en un cómplice torpe del agresor, al tratar de restar importancia a una conducta tan incalificable, de otra manera que no sea apología de la violencia machista contra las mujeres.
Ante semejante conductas, ¿puede alguien asombrarse de que las mujeres sigan siendo asesinadas mes a mes y año tras año, con el aliento de quien estando llamados a evitarlo lo propician políticamente?
Ante tal conducta solo cabe la inmediata expulsión del partido, de quien desde luego no nos representa.
Madrid, 20 Julio de 2015
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