El Mundo 24 marzo 2012
ESPAÑA | Violencia de género
Escoltas y maltratadas, partiendo de cero
- El final de la violencia de ETA los sitúa en un mismo camino
- Recorrerlo juntos, o no, está en manos ahora de las CCAA
Unos hablan de seguridad; otras de dignidad. Ellas quieren vivir sin miedo; ellos garantizárselo. La teoría parece fácil, la práctica se complica. El final de la violencia de ETA los sitúa en un mismo camino. Recorrerlo juntos, o no, está en manos ahora de las Comunidades Autónomas. Por el momento, habrá que seguir esperando. Condenados ambos a volver a empezar, escoltas y mujeres víctimas de la violencia de género desgranan su situación.
Movilidad laboral, ajustes económicos, los escoltas se muestran dispuestos a todo para poder trabajar. Llevan años 'guardando espaldas' en el País Vasco y ahora quieren ver el rostro al futuro. Su situación es desesperada. El pasado 20 de marzo el Ministerio del Interior hizo efectiva la reducción. "Será gradual, pero el final está escrito: más del 90% pasará a engrosar las listas del paro", cuentan desde la Asociación Española de Escoltas.
Quieren una salida digna y prestar sus servicios a mujeres maltratadas podría serlo. En un principio, incluso Ana Mato llegó a plantearse la posibilidad, pero Interior la desestima –según recientes declaraciones de Jorge Fernández en el Senado, las competencias en esta materia están transferidas a las comunidades-. Desde la asociación argumentan que esto no implica que no se pueda realizar el servicio, y que es imposible que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado puedan cubrir esta necesidad -en estos momentos hay 19.000 mujeres con protección policial. De ellas, entre 200 y 300 están en riesgo alto y 4.000 en medio-.
"Nuestro trabajo les proporcionaría autoestima y seguridad. Se les reportarían muchos más beneficios que lo que puede llegar a pesar la limitación de movimiento o la pérdida de intimidad". Recuerdan que el año pasado murieron 60 mujeres, "si hubiera habido alguien detrás, este número se hubiera reducido".
Las víctimas no lo tienen tan claro. "¡Poner otro hombre en su vida! ¡Sentirse vigiladas de nuevo!" La que se alarma es Ana María Pérez del Campo, presidenta del Centro de atención, recuperación y reinserción de mujeres maltratadas. No ve positiva esta iniciativa. Cuenta que se trata de personas que han sufrido mucho, que necesitan olvidar, romper con el pasado y "darse la vuelta y encontrarse con un escolta que les recuerde el horror vivido, no es la solución".
Esta postura la comparten también Isabel, Olga y Vanessa, tres mujeres que han sufrido malos tratos y que, aunque creen que la intención es buena y que tener la posibilidad de elegir abre una nueva vía, no serían de las que dieran el sí. Todas apuntan en la misma dirección: el maltratador.
Explica que hubo un tiempo en el que se sintió como "un bicho raro". "Yo sé lo que es ir a un juicio y a una comisaría con escolta policial. Tú estás allí, algo desubicada, y ves cómo te acompañan hasta el último de los rincones: a la sala, a la cafetería... ¡hasta el baño! Mientras él anda libremente por los juzgados". No lo recuerda como una sensación "ni positiva, ni agradable".
"Mi libertad es mi libertad", sentencia Isabel. Argumenta que se está focalizando el problema hacia la mujer y que este planteamiento es incorrecto. Con una orden de alejamiento durante diez años, sí cree necesario que haya un seguimiento de los casos, "pero de ahí a controlar tu vida... " Isabel cree que la mirada debe dirigirse a una formación más específica de jueces y fiscales en esta materia, para poder detectar el riesgo de una forma inmediata.
Jorge es consciente de que una persona en peligro tampoco puede estar expuesta, pero "este problema no se soluciona poniendo únicamente a salvo a la víctima. Hay que intentar favorecer el contexto de su vida. Algo que no parece muy compatible con tener un guardaespaldas". No obstante, Castelló no duda en hacer una excepción con los casos extremos. Pero ni siquiera ahí las víctimas ceden por completo. Coinciden en que la última palabra la tiene la mujer en cuestión, pero "si realmente estamos en peligro de muerte, que los encierren". Vanessa sabe de lo que habla, su agresor lleva años en prisión.
Lo delicado de su caso llevó a la policía a estar pendiente de ella y acompañarla a diario cuando decidió romper con todo. Estaba al límite, "llegué a pensar: 'si me tienes que matar, mátame'". Agradeció esa protección, pero "fue algo puntual. No es lo mismo que tener a una persona detrás de ti las 24 horas del día".
Sea como fuere, víctimas y escoltas están deacuerdo en que la última palabra la tiene la mujer maltratada. "Nunca se debería poner un servicio a alguien que no lo desee. Es un binomio, si no es imposible que funcione", recalcan desde la Asociación de Escoltas Españoles. Para ellos lo importante radica en que se dé la opción, "que puedan elegir".
Movilidad laboral, ajustes económicos, los escoltas se muestran dispuestos a todo para poder trabajar. Llevan años 'guardando espaldas' en el País Vasco y ahora quieren ver el rostro al futuro. Su situación es desesperada. El pasado 20 de marzo el Ministerio del Interior hizo efectiva la reducción. "Será gradual, pero el final está escrito: más del 90% pasará a engrosar las listas del paro", cuentan desde la Asociación Española de Escoltas.
Desde la Asociación de Escoltas aseguran que 'se les reportarían muchos más beneficios que lo que puede llegar a pesar la limitación de movimiento o la pérdida de intimidad'
"Nuestro trabajo les proporcionaría autoestima y seguridad. Se les reportarían muchos más beneficios que lo que puede llegar a pesar la limitación de movimiento o la pérdida de intimidad". Recuerdan que el año pasado murieron 60 mujeres, "si hubiera habido alguien detrás, este número se hubiera reducido".
Las víctimas no lo tienen tan claro. "¡Poner otro hombre en su vida! ¡Sentirse vigiladas de nuevo!" La que se alarma es Ana María Pérez del Campo, presidenta del Centro de atención, recuperación y reinserción de mujeres maltratadas. No ve positiva esta iniciativa. Cuenta que se trata de personas que han sufrido mucho, que necesitan olvidar, romper con el pasado y "darse la vuelta y encontrarse con un escolta que les recuerde el horror vivido, no es la solución".
Isabel defiende su liberatd después de años sufriendo malos tratos.
¿Un escolta para el maltratador?
Olga estuvo 17 años con su agresor y hace seis que dio el paso. Difícil. Muy difícil. Abandonó su ciudad, su casa, a los suyos. "Es triste, pero siempre eres tú la que huye". Con fuerza y convencida de que, aunque los recuerdos no se pueden evitar, se supera, Olga se pregunta "¿No se supone que a quién debe vigilarse es a la persona que comete el delito? ¿Por qué no un escolta para ellos? Lo último que necesita una mujer maltratada es sentirse de nuevo vigilada". Desde la asociación de escoltas no ven esta posibilidad viable, "es imposible seguir a alguien que no quiera que le sigan".Explica que hubo un tiempo en el que se sintió como "un bicho raro". "Yo sé lo que es ir a un juicio y a una comisaría con escolta policial. Tú estás allí, algo desubicada, y ves cómo te acompañan hasta el último de los rincones: a la sala, a la cafetería... ¡hasta el baño! Mientras él anda libremente por los juzgados". No lo recuerda como una sensación "ni positiva, ni agradable".
"Mi libertad es mi libertad", sentencia Isabel. Argumenta que se está focalizando el problema hacia la mujer y que este planteamiento es incorrecto. Con una orden de alejamiento durante diez años, sí cree necesario que haya un seguimiento de los casos, "pero de ahí a controlar tu vida... " Isabel cree que la mirada debe dirigirse a una formación más específica de jueces y fiscales en esta materia, para poder detectar el riesgo de una forma inmediata.
'¡Poner otro hombre en su vida! ¡Sentirse vigiladas de nuevo!', se alarma Ana María Pérez del Campo, presidenta del Centro de atención a maltratadas
Las terapias
Tampoco el psicólogo Jorge Castelló, especializado en dependencia emocional, propia de las mujeres maltratadas, se muestra muy a favor de esta iniciativa. "¿Cómo les digo? 'No mires fotos, ni vídeos, cambia la rutina, tu círculo social... empieza de cero' ¿Cómo se lo digo? Si abajo les espera un escolta para recordarle todo con lo que yo intento que rompan "Partimos de que se busca proteger a una persona amenazada, pero lo lógico es que los perjuicios los sufriera la persona que está causando el daño. No la víctima".Jorge es consciente de que una persona en peligro tampoco puede estar expuesta, pero "este problema no se soluciona poniendo únicamente a salvo a la víctima. Hay que intentar favorecer el contexto de su vida. Algo que no parece muy compatible con tener un guardaespaldas". No obstante, Castelló no duda en hacer una excepción con los casos extremos. Pero ni siquiera ahí las víctimas ceden por completo. Coinciden en que la última palabra la tiene la mujer en cuestión, pero "si realmente estamos en peligro de muerte, que los encierren". Vanessa sabe de lo que habla, su agresor lleva años en prisión.
'¿No se supone que a quién debe vigilarse es a quien comete el delito? ¿Por qué no un escolta para ellos?', se pregunta una mujer maltratada
Sea como fuere, víctimas y escoltas están deacuerdo en que la última palabra la tiene la mujer maltratada. "Nunca se debería poner un servicio a alguien que no lo desee. Es un binomio, si no es imposible que funcione", recalcan desde la Asociación de Escoltas Españoles. Para ellos lo importante radica en que se dé la opción, "que puedan elegir".
2 comentaris:
molt bo e interessant aquest post De cert s'hauría de vegilar als terroristes masclistes.
Gràcies, gràcies KOSKA&FREIXA, estic molt contenta que algú connecti amb nosaltres,amb totes.
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